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jueves, 22 de mayo de 2014

STENCIL

El camión de pasajeros se detuvo inesperadamente, como si alguien, de la nada, hubiera atravesado un muro en su camino. Podría interpretarse como si los años de experiencia del chófer hicieron que se detuviera a tiempo, implicando que los pasajeros experimentaran la inercia en carne propia estrellando sus cuerpos contra los respaldos de los asientos frente a ellos. Podía oírse ahora quejidos de dolor y llantos de un bebé que también se había golpeado. El conductor estaba blanco del temor.

Néstor era un universitario, había decidido estudiar una carrera que sus padres siempre reprochaban: “Pero de eso no vas a encontrar empleo, está muy saturada”, comunicación. Era cierto pero hoy, muchas están saturadas. Además, escribir guiones era su pasión. Siempre se le podía ver escribiendo historias en su tiempo libre.

Originario de Tapachula, tuvo que cambiar su residencia a Tuxtla Gutiérrez, donde se ubicaba el campus de la UACh que impartía esa licenciatura. Habían pasado ya 7 de los 9 semestres que contemplaba la carrera.

En ese último año tuvo que conseguir nuevos roomies, porque la gente con la que había compartido depa el tiempo anterior estaba por desertar debido a las bajas calificaciones. No tardó mucho en encontrar a compañeros que buscaban un lugar en renta. La casa estaba en un barrio sumamente tranquilo, por la calle pasaba un canal que servía para desahogar el agua  de la ciudad cuando llovía demasiado.

Rolando estudiaba comunicación, era 2 años menor que Néstor, estaba por empezar el cuarto semestre de Comunicación; extrovertido, con un talento y pasión por la fotografía notable entre su grupo, ambos se habían convertido en grandes amigos desde que se conocieron en un concurso de fonomímica. Pedro era el más aplicado del salón (tenía beca por ser el mejor promedio) compañero de grupo de Néstor, no eran grandes amigos pero tampoco se odiaban.

Pedro y Rolando se conocían y aunque no eran personas del mismo estilo, podía decirse que tenían habilidades complementarias. Los tres futuros comunicólogos juntos en una casa, serían grandes compañeros y un buen equipo de trabajo en caso de que se armaran proyectos extra-escolares o sería una bomba de tiempo debido a sus diferentes modos de vida.

Cuando comenzaba el octavo semestre, Néstor conoció a Laura en un concurso universitario de canto en "212 Fahrenheit”, un antro muy recurrido por los universitarios de ese campus en Tuxtla. Ella ya había egresado y estaba haciendo su tesis. En el evento vendieron cervezas y un DJ local amenizó todo. Cuando ya mucha gente se había ido, Laura sacó a bailar al joven con un lenguaje verbal sugestivo (pero no vulgar), insinuaba una atracción hacia él. Néstor aceptó la invitación dos días después para ir al cine con ella. La tercera cita fue en un café fue, al terminar tuvo lugar su primer beso y así se convirtieron en una pareja emocionada.

Él la iba a ver a su departamento, a ella le encantaba el cine y a Néstor también. Se ponían a ver documentales y ficción; escuchaban música, Soda Stero se convirtió en la banda que musicalizaba sus encuentros. Su canción favorita era “Té para tres” en la versión del álbum Confort y Música para Volar.

Laura había encabezado el equipo de producción de un documental que hablaba sobre un movimiento emergente de arte urbano en la entidad chiapaneca. El éxito del material audiovisual había sido tal que ahora estaban invitados a un concurso de documentales universitarios en Guadalajara.

-¿Qué crees?- Laura no podía ocultar la emoción que sentía gracias a la noticia que recibió ese día. El concurso la entusiasmó, era un logro profesional tempranero.

-¿Qué?- Néstor no tenía ni idea, pero la sonrisa de ella le indicaba que se trataba de algo excelente.

-Nosotros, el crew del docu fuimos seleccionados para concursar en Guadalajara en el festival que te había dicho. Tenemos que ir allá en dos semanas. Estoy contentísima.

-¡Qué chingón! Oye, pero no voy a poder ir contigo

-¿Y eso qué?- soltó una carcajada al ver la reacción de Néstor por ese desplante de desinterés sarcástico- No es cierto, ya sé que no podrás ir, pero con tus vibras seguro ganamos.

-Eso espero, no voy a dejar que te vayas para que no ganes el primero. Además, ustedes son unos fregones y el docu es de lo mejor que he visto. A huevo que ganan.

Todo el equipo involucrado se puso a vender playeras y organizar proyecciones en distintos lugares para poder recaudar fondos y hacer el viaje hasta tierras tapatías. Néstor, estaba contentísimo y sus amigos también apoyaban a la causa de su novia.

Pasadas las 2 semanas todo estaba listo.

-¿Y cuál va a ser su ruta?- él quería saber todo, estaba algo obsesionado.

-Pues salimos de aquí rumbo a Tehuantepec, nos seguimos por Pochutla, pasamos por Acapulco y de ahí, tendidos hasta Guada. Por eso nos vamos dos días antes del evento- Laura contestaba con cariño, era un año de edad más grande y sentía una singular ternura por Néstor –Prometo traerte un regalito tapatío, aunque sea una de esas playeras que dicen “Fueron de visita a Guadalajara y sólo me trajeron esta pinche playera”.

 -Te hago un hijo y te dejo si no me traes algo

-Pendejo- Laura reía por las ocurrencias de Néstor. Ambos disfrutaban del humor que podían tener en sus conversaciones.

Llegó el día de partir. Él fue a dejarla a la terminal, un abrazo y un beso de despedida, serían 6 días de no verse y , dado que se gozaban mucho, la relatividad del tiempo lo hacía parecer un largo lapso.

Apenas unas horas y comenzaban las charlas de WhatsApp

Laura
22:13
✓✓Bebe, apenas dos horas lejos y ya te extraño L

Néstor
22:13
✓✓:/ Lo se porque siento lo mismo. Pero ya te dije que tienes que ganar y traerme algo, si no te regresas.

Laura
22:15
✓✓Jajajaja sí. Lo prometo, pero no sé si ganaremos, que tal que los demás tienen trabajos más chidos? Bueno, descansa, te quiero.

Néstor
22:16
✓✓Ok, buen viaje. Besito.

No dejaba de pensar en ella. Estaba tan seguro de la calidad del documental de su novia que tenía que darle un regalo. Esa noche pensó que lo mejor sería algo de creación propia, pero ¿qué?

La mañana siguiente, mientras se bañaba se le ocurrió algo. Dado que el docu hablaba de arte urbano y él no tenía habilidad para dibujar, lo mejor era hacer un stencil con una foto de Laura. Tenía que conseguir una buena foto (gracias al FB eso sería fácil, ella tenía muchas fotos buenas), un lugar para pintar ¿cuál?

-Ya sé, el canal que está aquí, frente a la casa, nunca he visto que pase agua por él. Así la invito a venir, le compro un pastel, un vino, le muestro lo que pinté en el canal y ¡voilà!- el plan le gustaba tanto que se sonreía él solo. Sería su primer stencil.

        Consiguió las pinturas y 4 pliegos de papel craft. Bajó la foto del FB y la modificó en photoshop. 4 capas, de color distinto cada una. En la última clase, el grupo de Néstor editaba programas de televisión que ellos mismos producían. Esa noche su equipo de trabajo pidió la sala de edición para avanzar en su postproducción y, como ningún profesor se quedaba, Néstor encendió el cañón, lo conectó a su laptop y proyectó la imagen para trazar los moldes, cosa que hizo con toda tranquilidad.

        La noche siguiente pidió ayuda a sus roomies y ellos aceptaron sin dudar: Rolando lo ayudaría sosteniendo el molde contra las paredes del canal, Pedro vigilaría la calle por si se le ocurría a la policía hacer un rondín de vigilancia y Néstor dispararía el aerosol capa por capa, molde por molde.

Los tres estaban ya en posición, cada uno en sus lugares.

- Te fijas bien, eh, Pedro. Si ves una camioneta nos dices y nos agachamos para que no nos vean o nos hacemos mensos.- Néstor ya había destapado la lata y Rolando sostenía el molde, sólo faltaba oprimir el botón que liberaría la pintura por el aire.

- Sí, ustedes tranquil…- Pedro enmudeció.

      Los otros dos levantaron la mirada. Los faros de una camioneta de la policía estaban ya alumbrando la zona. Nadie tuvo tiempo de reaccionar. Néstor sólo alcanzó a lanzar la lata hacia unos metros adelante, donde la sombra de unos árboles podían ocultar el objeto.

-¿Qué andan haciendo?- preguntó uno de los oficiales que bajó de la camioneta.

Pedro no hablaba, estaba notablemente nervioso como los demás, pero él no podía ocultar su temor a ser aprehendido.

- Acá nada más, recortando un trabajo- fue la salida improvisada que se le ocurrió a Rolando al instante.

- Ah chingá, pero no tienen ni cutter ni tijeras.- el policía era observador. Mientras tanto, otro elemento bajó por el canal y encontró la lata. Se acercó a los estudiantes y le mostró el objeto a quien interrogaba. –Pinches chamacos, ustedes andaban grafiteando.

- Mire oficial, vamos a hablar claro. Usted encontró la lata, pero no estamos rayando nada- Néstor quitaba el molde de la pared, no había nada pintado, ni una sola línea o punto- Así que técnicamente no puede acusarnos de grafitear.

         El oficial con la lata en mano, presionó el botón disparando pintura negra en la pared. Se reía con una soberbia que caía en prepotencia.

-Ahora sí, ya se chingaron- dijo el interrogante –Nos vamos a tener que arreglar o los tres se van derechito al bote.

Rolando y Néstor no podían creer el descaro de los oficiales. Habían escuchado otros casos de boca de sus compañeros, habían visto reportajes en la tele o en internet pero nunca habían vivido algo así en carne propia. Si de por sí este tipo de actos los indignaba, ahora mucho más. Ellos dos estaban dispuestos a pasar 36 horas encerrados, pero Néstor sabía que la prensa local era muy amarillista, seguramente al llegar al Ministerio Público la policía llamaría a un diario y tomarían fotos de los estudiantes. Si Pedro salía en el periódico y la universidad se enteraba, podía perder la beca, cosa que no era justa.

- ¿Y de a cómo nos va a salir el arreglo?

- Pues usted dígame.

- Sinceramente yo sólo tengo cien varos.

- Danos 150 y ahí muere. Cincuenta para cada quien, acuérdate que no has visto al chófer de la patrulla.

Néstor se metió a su casa, por un momento pensó en que si los 3 alcanzaban a entrar a la casa los oficiales no podrían entrar ni acusarlos, pero dada la fama de los policías del lugar no quiso arriesgarse a que esos tipos los acosaran constantemente en el futuro pues ahora conocían su domicilio. Decidió sacar el dinero y pedir prestado a Rolando $50.

El soborno se concretó, Néstor había caído en algo que siempre criticó, eso le producía un enojo tremendo. Los oficiales se retiraron.

22:26 LLAMADA ENTRANTE DE LAURA AL CELULAR

-Amor ¿Qué crees?

-No sé, no tengo idea ¿Qué pasó?

-Adivina

-No sé ¡Ganaron!

-Sí, primer lugar. Estoy contentísima.

-¡A huevo!- Néstor sentía esa victoria como suya.

-Ahorita vamos a festejar a un bar. Mañana al mediodía salimos de regreso.

-Hoy me fue algo mal, pero ya con esto me hiciste el día, la semana, el mes entero.

-Ya me voy porque el saldo se va como agua. Sólo quería que lo supieras porque te quiero.

-Gracias, yo también te quiero. Te espero con ansias para festejar aquí.

-Sí. Bueno, ya me lanzo. Besos.

-Besos de regreso. Con cuidado.

-Sí, bye.

Néstor estaba sumamente emocionado, lo del soborno ya había sido erradicado por la emoción que le produjo la noticia y la llamada.

Al día siguiente, hubo que retirar dinero del cajero. Ahora compraría un cuadro de madera para pintar.

Otra odisea: no conocían ningún taller de carpintería. Rolando acompañaba a caminar por las calles. Hallaron unos cuantos lugares donde se trabajaba madera, pero ninguno tenía disponible un cuadro con tamaño idóneo y Laura estaba por regresar. Después de caminar varios kilómetros, encontraron un cuadro de 1.30 x 1.20 metros. Era genial para el asunto.

Esa noche en el patio de su casa, Néstor se puso a pintar. 6 latas de pintura se agotaron, pero el resultado era asombroso para ser el primer cuadro que él pintaba. Seguro sería del gusto de Laura. Todo era felicidad y cuestión de tiempo.

WhatsApp
Laura
15:36
✓✓Nes, ya vamos en camino de regreso. Por poco se nos hace tarde. Estuvo buena la fiesta jaja, bueno pero ya estamos en el bus. Ya quiero verte y festejar :D

Néstor
15:39
✓Qué bueno! Mañana nos vemos. Ya no aguanto las ganas de verte.

Ahora ya eran las 19:51 del mismo día. Seguía habiendo sólo una palomita en el WhatsApp. Néstor pensaba que seguro en el camino se interrumpía la señal. Era una ruta costera y seguro en el camino había muchos pueblos sin acceso a telefonía celular.

15:37 ALGÚN LUGAR ENTRE GUADALAJARA Y JALISCO
El autobús se detuvo de súbito. El chofer estaba notablemente nervioso después de haber frenado de forma repentina. Dos tipos con armas largas y paliacates cubriéndoles el rostro subieron al camión. Pidieron con violencia el equipaje de los pasajeros. Uno de ellos miró de frente a Laura. La encañonó.

- Mira, carnal. Ésta está buena- dijo uno de los armados a su compinche, volteó a verla -¡Bájate, pendeja! Tú nos vas a servir para otros desmadres.

            Nadie trató de impedirlo. Abajo estaban dos camionetas con tipos a bordo . cualquier intento de resistencia seguramente terminaría con sangre.


Néstor ha encontrado muy difícil continuar con su carrera, sigue buscando a Laura. Mientras, en su habitación, ese stencil reposa en la pared, aguardando a ser recordado mientras él pone diario en su lap “Té para tres”.

Imagen tomada de http://www.ecologiaverde.com/wp-content/2013/06/Aerosoles-menos-huracanes.jpg


jueves, 24 de abril de 2014

CONCIERTO

Damián, Andrés y Román. Tres amigos miserables que nunca habían ido a un concierto masivo en su vida. Les gustaba el rock nacional (algo del internacional también) y siempre su sueño de asistir a un festival se había visto derrumbado gracias a la falta de dinero o a los exámenes que se les atravesaban en las fechas.

El Vive Latino era la meta fijada en sus mentes. Ahora que habían egresado de la carrera, la oportunidad era perfecta. Damián trabajaba en el centro telefónico de atención a clientes de un banco en el Distrito Federal; Andrés era caricaturista freelance en la misma ciudad y Román trabajaba como editor en una radiodifusora paraestatal de Oaxaca. El fin de semana estaba compuesto de días de descanso para los tres.

En el cartel de El Vive (que todavía era de 3 días) podían leerse nombres de bandas como  Lost Acapulco, Café Tacvba, Instituto Mexicano del Sonido y Foster The People para el sábado. El domingo estaban agendados Molotov, Kinky, La Lupita y AustinTV, entre otros.

Después de 3 llamadas telefónicas y 22 conversaciones de Facebook, llegaron al consenso de comprar los boletos para el sábado. Damián y Andrés eran primos que vivían en la misma casa con sus tíos, nunca habían visto tocar al Tacvba, habían oído que las presentaciones de la banda eran muy buenas por lo que no querían dejar pasar la oportunidad. Román ya los había visto en el Auditorio Guelaguetza pero un Vive le parecía una obligación en la vida.

- Ya tengo el varo para el boleto, wey ¿Y ahora cómo te lo mando?- Román nunca había girado dinero.

- Mándalo por el banco ése de Salinas Pliego. Yo acá lo cobro y me voy derechito a la fila del Foro Sol con Andrés- Damián parecía ser un erudito en envíos y cobros de lana.- Pero mándalo rápido porque los boletos volarán en cuanto se abra la taquilla.

Román corrió al cajero más cercano. Retiró del cajero $ 600.00 y a continuación corrió más rápido que Usain Bolt (sí, claro) hacia la sucursal del banco ése. Había una larga fila de señores y señoras que, al parecer, estaban cobrando las remesas que sus hijos enviaban desde el gabacho.

19 minutos después, Román estaba frente a ventanilla haciendo su envío. Le cobraron 15% de comisión, así que Damián recibiría sólo $ 510.00 ¡Pinche banco! Bueno, pero era el medio más rápido y más cercano a ambos para poder adquirir el boleto. Además, con esa feria alcanzaba y sobraba.

Esa misma noche la compra estaba confirmada. 3 boletos para el sábado. Damián hasta publicó una foto en Facebook en la que se podían ver 3 pases verdes correspondientes al evento y una máscara de luchador para alocarse cuando sonara Frenesick de Lost Acapulco. Román compró su boleto de autobús con una semana de anticipación. Sin duda sería la vivencia del año.

- Bueno, nos vemos el lunes.- Román se despidió de sus compañeros de trabajo con un sonrisa muy marcada en su rostro. - ¡Me voy al Vive!

El autobús salía a las 3 pm y tardaría 6 horas en llegar al DF. Así sucedió, el recorrido no tuvo mayor contratiempo. Damián había quedado en llegar a la Tapo por Román para ir a cenar y luego descansar en su casa. El plan era salir a las 10:30 de la mañana del sábado del metro Observatorio rumbo a Ciudad Deportiva.

La mañana del sábado, los tres muchachos se levantaron temprano. Nunca lo habían hecho con tanta precisión, en ningún examen ni cita a ciegas habían estado listos tan puntualmente.

- ¿Quieres ir al Vive Latino?- preguntó Damián a una de sus primas mientras recorría el pasillo de su casa, junto a Andrés y Román, rumbo a la puerta para ir a dicho festival.

-¡Sí!- contestó ella con notable emoción. Los ojos le brillaron un instante.

-¡Pues compra tu boleto, mensa!- Damián era conocido por su particular y cruel sentido del humor.

Salieron corriendo de esa casa para ver materializado su sueño. No pasaba de las 11:40 horas cuando se hallaban ya en la fila para ingresar al Foro. Podía verse una multitud de jóvenes con playeras en las que podía leerse “La vida es un gran baile”. Damián mientras más playeras así veía, más se emocionaba. Conforme iban avanzando podían verse todo tipo de souvenirs: tazas, camisetas, pósters, llaveros, libretas. Y eso que todavía no llegaban ni al primer filtro de los asistentes.

- ¡Fórmense, por favor!- gritaba un chavo de staff con chaleco fluorescente mientras indicaba con las manos a los asistentes en qué puerta debían de formarse, tratando de equilibrar las filas.

A Damián y Román les tocó en la misma puerta de acceso. El primero de ellos, que iba delante en la fila, presentó su boleto a una chica encargada de verificar sólo con tacto la autenticidad del pase. Ella pasó su uña por el anverso del mismo, hizo un gesto que aterró por un momento a Damián.

La chica volvió a hacerlo. Román veía cómo Andrés en su fila estaba ya del otro lado, rumbo al segundo filtro. Un hombre alto y robusto con pinta de personal de seguridad y radio de onda corta colgado en el cinturón se acercó a los jóvenes que no lograban pasar por la puerta, preguntó a la chica la situación. Andrés regresó a ver de cerca la escena y, por el contacto visual que tenían entre los tres amigos, el guardia hizo deducciones.
- ¿Vienen juntos los tres?- preguntó con seriedad rompemadres.

-Sí- respondió Román temeroso, al tiempo que no sabía si la había regado. Pero…no había de qué preocuparse ¿no? Damián había comprado los boletos en taquilla, eran genuinos.

El guardia pasó su uña y su reacción transmitió confianza a los tres amigos.

- Pásenle, no hay bronca- devolvió los boletos a los jóvenes.

Recuperaron el aliento ante tremendo susto. Ahora Damián, Andrés y Román se enfilaban confiados hacia el segundo filtro donde también había personal de staff organizando el acceso. Ahora cada portero tenía un scanner en la mano. Con ellos leían el código de barras de cada boleto.

Ahora Andrés iba a la delantera. Presentó su entrada. El scanner lanzó su rayo infrarrojo. Un sonido de alerta se dejó oír.

- No, no pasa- dijo el chavo de la entrada.

- A ver, revísele otra vez- Andrés estaba pálido.

Otra vez el ruido.

- Aquí está el mío- Román estiró la mano presentando su entrada.

Sonido de alerta.

- Tampoco.

- ¿Y el mío?- Turno de Damián.

Alerta. Podía leerse en la pantalla del scanner un leyenda “INVALID CODE”.

Se acercó el supervisor del personal:

- ¿Qué pasó?

- No pasan sus boletos- replicó el joven del dispositivo lector.

El supervisor pidió los boletos. Los tres amigos se los entregaron.

- ¡Uy, no, chavos!- Exclamó inmediatamente al verlos y palparlos. – Estos boletos son falsos.

Esa última frase retumbó en los oídos de cada uno de los tres jóvenes, como si fuera una escena en cámara lenta. Peor que cualquier drama griego. A Homero no se le pudo ocurrir una desgracia mayor mientras escribía La Ilíada o La Odisea. Sonaba y se repetía:

S-O-N      F-A-L-S-O-S

- Pero si los compramos en taquilla, no puede ser- dijo Román todo alterado.

- Pues yo no sé, chavos. Pero éstos tres no pasan. Les voy a pedir que se retiren de la fila para que puedan pasar los demás. Si quieren chequen a ver a quién le pueden reclamar- El supervisor los iba empujando sutilmente hacia la valla de la orilla.

            Ahí, Damián, Andrés y Román se toparon con otros siete chavos en la misma situación.

- ¡Mta madre! Por comprar en la pinche reventa- le reclamaba uno de ellos a su acompañante.

- No mames, Damián. Vamos a reclamar. Si tú sí los compraste en taquilla- Román insistía muy nervioso, intranquilo.

Damián suspiró hondo, andaba cabizbajo:

- No los compré en taquilla. Un culero de mi chamba me los consiguió porque ya se habían agotado. Me dijo que él tenía un pariente chambeando para ticketmaster, que no había broncas.

- ¡Valiendo madre! Lo bueno es que es de tu chamba y le puedes pedir el dinero de regreso- Román no se resignaba.

- Ya ni ha ido, creo que sólo iba a capacitación.- Decía un Damián notablemente decepcionado al tiempo en que el resto de los defraudados proponían: “Más tarde venimos y damos el portazo”.

Los tres amigos decidieron regresar a la entrada, ahí junto a las escaleras del metro. Mientras caminaban veían cómo un considerable número de policías entraban. El portazo no sería viable. Damián sabía que en su casa todos siempre esperaban un error para devolverle sus pesadas bromas. No quería llegar derrotado. Después de examinar sus opciones, los tres supieron que no había de otra.

Llegando a su domicilio. Damián decidió correr sin decir nada a nadie directo a su recámara. Andrés y Román lo alcanzaron acompañados de los tíos y la prima. Era imposible que esto no se supiera. Fueron burlados, sermoneados y consolados.


Los tíos propusieron ir a rentar unas películas en una plaza cercana. Todos aceptaron. Mientras viajaban en el coche, Óscar (que iba manejando), uno de los tíos de Damián prendió la radio y sintonizó Reactor 105.7. En ese instante sonaba una rola emblemática del Tacvba: Pinche Juan en vivo desde el Foro Sol.

Foto real de ese Vive Latino (2012)