Damián, Andrés y Román. Tres amigos miserables que nunca
habían ido a un concierto masivo en su vida. Les gustaba el rock nacional (algo
del internacional también) y siempre su sueño de asistir a un festival se había
visto derrumbado gracias a la falta de dinero o a los exámenes que se les
atravesaban en las fechas.
El Vive Latino era la meta fijada en sus mentes. Ahora que
habían egresado de la carrera, la oportunidad era perfecta. Damián trabajaba en
el centro telefónico de atención a clientes de un banco en el Distrito Federal;
Andrés era caricaturista freelance en
la misma ciudad y Román trabajaba como editor en una radiodifusora paraestatal
de Oaxaca. El fin de semana estaba compuesto de días de descanso para los tres.
En el cartel de El Vive
(que todavía era de 3 días) podían leerse nombres de bandas como Lost Acapulco, Café Tacvba, Instituto
Mexicano del Sonido y Foster The People para el sábado. El domingo estaban
agendados Molotov, Kinky, La Lupita y AustinTV, entre otros.
Después de 3 llamadas telefónicas y 22 conversaciones de
Facebook, llegaron al consenso de comprar los boletos para el sábado. Damián y
Andrés eran primos que vivían en la misma casa con sus tíos, nunca habían visto
tocar al Tacvba, habían oído que las presentaciones de la banda eran muy buenas
por lo que no querían dejar pasar la oportunidad. Román ya los había visto en
el Auditorio Guelaguetza pero un Vive le parecía una obligación en la vida.
- Ya
tengo el varo para el boleto, wey ¿Y ahora cómo te lo mando?- Román nunca había
girado dinero.
-
Mándalo por el banco ése de Salinas Pliego. Yo acá lo cobro y me voy derechito
a la fila del Foro Sol con Andrés- Damián parecía ser un erudito en envíos y
cobros de lana.- Pero mándalo rápido porque los boletos volarán en cuanto se
abra la taquilla.
Román corrió al cajero más cercano. Retiró del cajero $ 600.00
y a continuación corrió más rápido que Usain Bolt (sí, claro) hacia la sucursal
del banco ése. Había una larga fila de señores y señoras que, al parecer,
estaban cobrando las remesas que sus hijos enviaban desde el gabacho.
19 minutos después, Román estaba frente a ventanilla
haciendo su envío. Le cobraron 15% de comisión, así que Damián recibiría sólo $
510.00 ¡Pinche banco! Bueno, pero era el medio más rápido y más cercano a ambos
para poder adquirir el boleto. Además, con esa feria alcanzaba y sobraba.
Esa misma noche la compra estaba confirmada. 3 boletos para
el sábado. Damián hasta publicó una foto en Facebook en la que se podían ver 3 pases
verdes correspondientes al evento y una máscara de luchador para alocarse
cuando sonara Frenesick de Lost Acapulco. Román compró su boleto de
autobús con una semana de anticipación. Sin duda sería la vivencia del año.
-
Bueno, nos vemos el lunes.- Román se despidió de sus compañeros de trabajo con
un sonrisa muy marcada en su rostro. - ¡Me voy al Vive!
El autobús salía a las 3 pm y tardaría 6 horas en llegar al
DF. Así sucedió, el recorrido no tuvo mayor contratiempo. Damián había quedado
en llegar a la Tapo por Román para ir
a cenar y luego descansar en su casa. El plan era salir a las 10:30 de la
mañana del sábado del metro Observatorio rumbo a Ciudad Deportiva.
La mañana del sábado, los tres muchachos se levantaron
temprano. Nunca lo habían hecho con tanta precisión, en ningún examen ni cita a
ciegas habían estado listos tan puntualmente.
-
¿Quieres ir al Vive Latino?- preguntó Damián a una de sus primas mientras
recorría el pasillo de su casa, junto a Andrés y Román, rumbo a la puerta para
ir a dicho festival.
-¡Sí!-
contestó ella con notable emoción. Los ojos le brillaron un instante.
-¡Pues
compra tu boleto, mensa!- Damián era conocido por su particular y cruel sentido
del humor.
Salieron corriendo de esa casa para ver materializado su
sueño. No pasaba de las 11:40 horas cuando se hallaban ya en la fila para
ingresar al Foro. Podía verse una multitud de jóvenes con playeras en las que
podía leerse “La vida es un gran baile”. Damián mientras más playeras así veía,
más se emocionaba. Conforme iban avanzando podían verse todo tipo de souvenirs: tazas, camisetas, pósters,
llaveros, libretas. Y eso que todavía no llegaban ni al primer filtro de los
asistentes.
-
¡Fórmense, por favor!- gritaba un chavo de staff
con chaleco fluorescente mientras indicaba con las manos a los asistentes en
qué puerta debían de formarse, tratando de equilibrar las filas.
A Damián y Román les tocó en la misma puerta de acceso. El
primero de ellos, que iba delante en la fila, presentó su boleto a una chica
encargada de verificar sólo con tacto la autenticidad del pase. Ella pasó su
uña por el anverso del mismo, hizo un gesto que aterró por un momento a Damián.
La chica volvió a hacerlo. Román veía cómo Andrés en su
fila estaba ya del otro lado, rumbo al segundo filtro. Un hombre alto y robusto
con pinta de personal de seguridad y radio de onda corta colgado en el cinturón
se acercó a los jóvenes que no lograban pasar por la puerta, preguntó a la
chica la situación. Andrés regresó a ver de cerca la escena y, por el contacto
visual que tenían entre los tres amigos, el guardia hizo deducciones.
-
¿Vienen juntos los tres?- preguntó con seriedad rompemadres.
-Sí-
respondió Román temeroso, al tiempo que no sabía si la había regado. Pero…no
había de qué preocuparse ¿no? Damián había comprado los boletos en taquilla,
eran genuinos.
El guardia pasó su uña y su reacción transmitió confianza a
los tres amigos.
-
Pásenle, no hay bronca- devolvió los boletos a los jóvenes.
Recuperaron el aliento ante tremendo susto. Ahora Damián,
Andrés y Román se enfilaban confiados hacia el segundo filtro donde también
había personal de staff organizando
el acceso. Ahora cada portero tenía un scanner
en la mano. Con ellos leían el código de barras de cada boleto.
Ahora Andrés iba a la delantera. Presentó su entrada. El scanner lanzó su rayo infrarrojo. Un
sonido de alerta se dejó oír.
-
No, no pasa- dijo el chavo de la entrada.
- A
ver, revísele otra vez- Andrés estaba pálido.
Otra vez el ruido.
-
Aquí está el mío- Román estiró la mano presentando su entrada.
Sonido de alerta.
- Tampoco.
- ¿Y
el mío?- Turno de Damián.
Alerta. Podía leerse en la pantalla del scanner un leyenda “INVALID CODE”.
Se acercó el supervisor del personal:
-
¿Qué pasó?
- No
pasan sus boletos- replicó el joven del dispositivo lector.
El supervisor pidió los boletos. Los tres amigos se los
entregaron.
- ¡Uy,
no, chavos!- Exclamó inmediatamente al verlos y palparlos. – Estos boletos son
falsos.
Esa última frase retumbó en los oídos de cada uno de los
tres jóvenes, como si fuera una escena en cámara lenta. Peor que cualquier
drama griego. A Homero no se le pudo ocurrir una desgracia mayor mientras
escribía La Ilíada o La Odisea. Sonaba y se repetía:
S-O-N F-A-L-S-O-S
- Pero si los compramos en taquilla, no puede ser- dijo
Román todo alterado.
-
Pues yo no sé, chavos. Pero éstos tres no pasan. Les voy a pedir que se retiren
de la fila para que puedan pasar los demás. Si quieren chequen a ver a quién le
pueden reclamar- El supervisor los iba empujando sutilmente hacia la valla de
la orilla.
Ahí, Damián, Andrés y Román se
toparon con otros siete chavos en la misma situación.
-
¡Mta madre! Por comprar en la pinche reventa- le reclamaba uno de ellos a su
acompañante.
- No
mames, Damián. Vamos a reclamar. Si tú sí los compraste en taquilla- Román
insistía muy nervioso, intranquilo.
Damián suspiró hondo, andaba cabizbajo:
- No
los compré en taquilla. Un culero de mi chamba me los consiguió porque ya se
habían agotado. Me dijo que él tenía un pariente chambeando para ticketmaster, que no había broncas.
-
¡Valiendo madre! Lo bueno es que es de tu chamba y le puedes pedir el dinero de
regreso- Román no se resignaba.
- Ya
ni ha ido, creo que sólo iba a capacitación.- Decía un Damián notablemente
decepcionado al tiempo en que el resto de los defraudados proponían: “Más tarde
venimos y damos el portazo”.
Los tres amigos decidieron regresar a la entrada, ahí junto
a las escaleras del metro. Mientras caminaban veían cómo un considerable número
de policías entraban. El portazo no sería viable. Damián sabía que en su casa
todos siempre esperaban un error para devolverle sus pesadas bromas. No quería
llegar derrotado. Después de examinar sus opciones, los tres supieron que no
había de otra.
Llegando a su domicilio. Damián decidió correr sin decir nada
a nadie directo a su recámara. Andrés y Román lo alcanzaron acompañados de los
tíos y la prima. Era imposible que esto no se supiera. Fueron burlados,
sermoneados y consolados.
Los tíos propusieron ir a rentar unas películas en una
plaza cercana. Todos aceptaron. Mientras viajaban en el coche, Óscar (que iba
manejando), uno de los tíos de Damián prendió la radio y sintonizó Reactor 105.7.
En ese instante sonaba una rola emblemática del Tacvba: Pinche Juan en vivo desde el Foro Sol.
Foto real de ese Vive Latino (2012)
Jajajajajajajajajajaja historia loquilla...XD
ResponderBorrarSuele pasar, pero con esto creo que ya aprendio ese chaval....bueno si a alguien le pasó realmente *mira nervioso hacia todos lados*