Despertó, sentía un hormigueo en la cara, como si ésta
estuviese adormecida después de permanecer estirada por largo tiempo.
Se sintió nueva. Percibía el viento y una ligera
brisa sobre su piel blanca. Frente a sus ojos un sitio verde, lleno de árboles frutales
que se levantaban sobre una verde e inmensa llanura. Un lago cerca, tendido de
lado derecho de este paisaje que divisaba con el horizonte de forma vertical.
Un olor fresco que le encantaba. Pasó la palma de
su mano sobre las hojas de pasto que había alrededor de su cuerpo, sintió su
textura irregular, puso la parte interna de su mano cercana a su rostro, frente
a esa prominencia debajo de sus ojos, pudo sentir con más intensidad el olor
fresco que la maravillaba.
Largo tiempo estuvo ahí recostada, viendo,
sintiendo, oyendo el canto de las coloridas aves que pasaban alegres a través
del cielo. Estaba sorprendida, se descubría asombrada ante cada una de las
formas de vida que distinguía, ante cada colorido elemento.
Recorría con las delicadas yemas de sus dedos la
piel que la forraba, se acariciaba con notable delicadeza, gozaba de su cuerpo
desnudo tendido en el pasto, sintiéndose libre como cualquier otro animal que
podía observar.
Tocaba y sentía su cara cuando de pronto percibió
algo que desde el instante de su despertar estaba ahí, un viento débil pero
cálido del que hasta ahora cobraba conciencia. Este pequeño aire llegaba a su
nuca y, en cierta forma, la reconfortaba.
Movió la cabeza para mirar su cintura, había una
pieza forrada con piel más opaca, un pedazo de carne con pequeños hilos negros
encima, una materia más gruesa que sus brazos delicados. La acarició y no
sintió absolutamente nada que reconociera esa carne como parte de su ser, en
cambio pudo notar que aquel extraño cuerpo se enroscó en ella con más fuerza.
Su mano derecha se aventuró a tocar detrás de su
nuca. Percibió una forma parecida a la de su rostro, una prominencia justo
arriba de un par de líneas carnosas y húmedas. De esa elevación y sus dos
pequeños huecos se desprendía ese cálido viento. Algo se movió, un cuerpo
entero que había estado pegado a su espalda. Sintió temor y de un salto se puso
en pie. Ante la rapidez de su acto ahora se hallaba mareada, confundida, a
punto de caer sobre el pasto.
Cuando al fin se controló miró fijamente el cuerpo
tendido sobre el pasto, un par de globos brillantes, blancos con un círculo
oscuro que apuntaban directamente a ella. De entre los labios se asomaban unas
piezas perladas ¿Qué era eso? ¿Qué era ese animal que la miraba? Era un
ejemplar tan raro. Tenía pelo en el rostro, en sus mejillas, alrededor de sus
labios; poseía dos piernas como ella pero algo en el medio le colgaba: un
racimo de carne rodeado de vello rizoso, debajo un pedazo esférico de piel más
oscura, la imagen le parecía grotesca.
Miró en su cuerpo la misma zona, sólo reconoció el pelaje
negro y rizado en menor cantidad que el otro ser. Notó también que sus propias
piernas eran más anchas, voluminosas, y la carne que tenía debajo de su espalda
era más abundante que la del ser que la miraba. Además, ese animal que la
observaba no poseía aquellos dos montes en el pecho que ella sí tenía.
Una sensación extraña la empezó a invadir por
dentro, no lo sabía pero eso que sentía era miedo, un miedo que se acercaba al
pavor, le hizo abrir los ojos lo más que podía. Quiso desplazar su cuerpo
rápidamente lejos de ahí. Cuando comenzaba a mover sus piernas del ser que la
miraba salió un sonido, un grito: ¡EVAH!
A ella no le importó detenerse, el alarido hizo que
tuviera ganas de acelerar aún más. Corrió hacia el lago, rápido, sin detenerse
ni un segundo, sin mirar detrás de sí. Sentía el pecho agotado pero su temor la
hizo minimizar importancia a su malestar, a su cansada respiración.
Cuando al fin llegó a la orilla del lago se asomó
al agua; podía ver una imagen bella: un rostro blanco de ojos grandes y
cabellera rojiza algo larga. Se maravilló con él, quedó prácticamente
hipnotizada, era de las cosas más hermosas que veía desde su despertar, le
inspiró calma.
Después de un momento giró su cabeza para mirar el
camino que había recorrido. El otro ser ahora parecía diminuto, una criatura
pequeña que, sin embargo, se iba agrandando a cada instante. Ella reconoció que
ese animal (o lo que sea que fuera) se acercaba. El miedo se apoderaba de ella
nuevamente.
Desesperada no encontraba un camino a seguir ¿Y si
se atrevía a seguir al bello rostro del agua? Después de todo esa imagen le brindaba
tranquilidad. No había mejor opción. Se arrojó al lago sin ningún reparo.
Sintió cómo el agua enfriaba su desnudo cuerpo y se filtraba a través de su
nariz. Ahora el miedo era superior. Agitó los brazos desesperadamente sin saber
por qué. Era imposible salir ahora, el peso de su cuerpo la sumergía cada vez
más. Llegó un momento en el que quiso respirar pero al inhalar sólo pudo sentir
que su pecho se llenaba de líquido frío por dentro; sus ojos se nublaban, todo
se tornó borroso.
Afuera, sobre el prado a orilla del lago, el ser
con rostro peludo miraba al cielo lanzando un grito de enojo. Esta mujer era la
cuarta que se arrojaba al lago para morir en el jardín del Edén.
(Imagen tomada del sitio http://www.gettyimages.es/detail/foto/underwater-female-nude-fotograf%C3%ADa-de-stock/94473388)
Me latió, pero ¿Por qué Eva no es Morena, o de cabello negro? Jajaja...
ResponderBorrarporque el autor es un morenazi del pan XD
BorrarGran inspiración.
ResponderBorrarLa mejor de tus historias y lo diré desde ahora: Es tan genial que dudo que algo la pueda superar. Epica, orgásmica, sin igual, un enorme pedazo de imaginación!!!
ResponderBorrarmijo....te mereces mi bendición :)