jueves, 4 de diciembre de 2014

PIEL BLANCA

Despertó, sentía un hormigueo en la cara, como si ésta estuviese adormecida después de permanecer estirada por largo tiempo.

Se sintió nueva. Percibía el viento y una ligera brisa sobre su piel blanca. Frente a sus ojos un sitio verde, lleno de árboles frutales que se levantaban sobre una verde e inmensa llanura. Un lago cerca, tendido de lado derecho de este paisaje que divisaba con el horizonte  de forma vertical.

Un olor fresco que le encantaba. Pasó la palma de su mano sobre las hojas de pasto que había alrededor de su cuerpo, sintió su textura irregular, puso la parte interna de su mano cercana a su rostro, frente a esa prominencia debajo de sus ojos, pudo sentir con más intensidad el olor fresco que la maravillaba.

Largo tiempo estuvo ahí recostada, viendo, sintiendo, oyendo el canto de las coloridas aves que pasaban alegres a través del cielo. Estaba sorprendida, se descubría asombrada ante cada una de las formas de vida que distinguía, ante cada colorido elemento.

Recorría con las delicadas yemas de sus dedos la piel que la forraba, se acariciaba con notable delicadeza, gozaba de su cuerpo desnudo tendido en el pasto, sintiéndose libre como cualquier otro animal que podía observar.

Tocaba y sentía su cara cuando de pronto percibió algo que desde el instante de su despertar estaba ahí, un viento débil pero cálido del que hasta ahora cobraba conciencia. Este pequeño aire llegaba a su nuca y, en cierta forma, la reconfortaba.

Movió la cabeza para mirar su cintura, había una pieza forrada con piel más opaca, un pedazo de carne con pequeños hilos negros encima, una materia más gruesa que sus brazos delicados. La acarició y no sintió absolutamente nada que reconociera esa carne como parte de su ser, en cambio pudo notar que aquel extraño cuerpo se enroscó en ella con más fuerza.

Su mano derecha se aventuró a tocar detrás de su nuca. Percibió una forma parecida a la de su rostro, una prominencia justo arriba de un par de líneas carnosas y húmedas. De esa elevación y sus dos pequeños huecos se desprendía ese cálido viento. Algo se movió, un cuerpo entero que había estado pegado a su espalda. Sintió temor y de un salto se puso en pie. Ante la rapidez de su acto ahora se hallaba mareada, confundida, a punto de caer sobre el pasto.

Cuando al fin se controló miró fijamente el cuerpo tendido sobre el pasto, un par de globos brillantes, blancos con un círculo oscuro que apuntaban directamente a ella. De entre los labios se asomaban unas piezas perladas ¿Qué era eso? ¿Qué era ese animal que la miraba? Era un ejemplar tan raro. Tenía pelo en el rostro, en sus mejillas, alrededor de sus labios; poseía dos piernas como ella pero algo en el medio le colgaba: un racimo de carne rodeado de vello rizoso, debajo un pedazo esférico de piel más oscura, la imagen le parecía grotesca.

Miró en su cuerpo la misma zona, sólo reconoció el pelaje negro y rizado en menor cantidad que el otro ser. Notó también que sus propias piernas eran más anchas, voluminosas, y la carne que tenía debajo de su espalda era más abundante que la del ser que la miraba. Además, ese animal que la observaba no poseía aquellos dos montes en el pecho que ella sí tenía.

Una sensación extraña la empezó a invadir por dentro, no lo sabía pero eso que sentía era miedo, un miedo que se acercaba al pavor, le hizo abrir los ojos lo más que podía. Quiso desplazar su cuerpo rápidamente lejos de ahí. Cuando comenzaba a mover sus piernas del ser que la miraba salió un sonido, un grito: ¡EVAH!

A ella no le importó detenerse, el alarido hizo que tuviera ganas de acelerar aún más. Corrió hacia el lago, rápido, sin detenerse ni un segundo, sin mirar detrás de sí. Sentía el pecho agotado pero su temor la hizo minimizar importancia a su malestar, a su cansada respiración.

Cuando al fin llegó a la orilla del lago se asomó al agua; podía ver una imagen bella: un rostro blanco de ojos grandes y cabellera rojiza algo larga. Se maravilló con él, quedó prácticamente hipnotizada, era de las cosas más hermosas que veía desde su despertar, le inspiró calma.

Después de un momento giró su cabeza para mirar el camino que había recorrido. El otro ser ahora parecía diminuto, una criatura pequeña que, sin embargo, se iba agrandando a cada instante. Ella reconoció que ese animal (o lo que sea que fuera) se acercaba. El miedo se apoderaba de ella nuevamente.

Desesperada no encontraba un camino a seguir ¿Y si se atrevía a seguir al bello rostro del agua? Después de todo esa imagen le brindaba tranquilidad. No había mejor opción. Se arrojó al lago sin ningún reparo. Sintió cómo el agua enfriaba su desnudo cuerpo y se filtraba a través de su nariz. Ahora el miedo era superior. Agitó los brazos desesperadamente sin saber por qué. Era imposible salir ahora, el peso de su cuerpo la sumergía cada vez más. Llegó un momento en el que quiso respirar pero al inhalar sólo pudo sentir que su pecho se llenaba de líquido frío por dentro; sus ojos se nublaban, todo se tornó borroso.


Afuera, sobre el prado a orilla del lago, el ser con rostro peludo miraba al cielo lanzando un grito de enojo. Esta mujer era la cuarta que se arrojaba al lago para morir en el jardín del Edén.


(Imagen tomada del sitio http://www.gettyimages.es/detail/foto/underwater-female-nude-fotograf%C3%ADa-de-stock/94473388)

4 comentarios:

  1. Me latió, pero ¿Por qué Eva no es Morena, o de cabello negro? Jajaja...

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  2. La mejor de tus historias y lo diré desde ahora: Es tan genial que dudo que algo la pueda superar. Epica, orgásmica, sin igual, un enorme pedazo de imaginación!!!

    mijo....te mereces mi bendición :)

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