- Escribe aquí lo que estás pensando justo ahora-
le propuse mientras con mi mano le extendía un pedazo de papel a rayas mal
cortado de mi libreta.
BALE BERGA LA VIDA
Eso decía la pequeña pieza de bond cuando me la
regresó, en tinta azul. Al principio pensé que era una alusión al tan llevado y
traído meme que uno ve en el FACE,
pero luego descubrí que no, que Roxana escribía así de por sí. Además, tenía una
letra horrible. No es que yo escriba con letra de molde, pero si mis trazos son
feos los de ella son más desagradables que la cara de Freddy Krueger.
Desde que tengo conocimiento me había prometido a
mí mismo nunca tener una novia con mala ortografía.
En la primaria Celia era tremendamente guapa, en
cuarto grado estaba decidido a pedirle que anduviera conmigo, la llevaría
detrás del baño, ahí donde los de intendencia arrumbaban los restos de pupitres
viejos de madera picada. Pero algo sucedió antes del recreo. Nos dieron las
calificaciones del examen de español. La mayoría de las preguntas consistía en
rellenar espacios en blanco con la letra que hiciera falta, o sea, un ejercicio
de ortografía. No podía creer que mi atractiva compañera escribiera su nombre
con “S”. SELIA decía la hoja al inicio. Qué vergüenza. Resultó ser la de la
calificación más baja de entre 27 mocosos.
Mi supuesto amor por ella se esfumó como el humo
que sale de la chimenea de los pollos a la leña que venden junto a la
secundaria. Fue precisamente en la secu donde conocí a Ruth. Ella participaba
mucho en biología. Mitosis, meiosis, monocotiledóneas, células, mitrocondrias,
aparato de Golgi, células eucariotas, sexuados, asexuados y todas esas cosas las
sabía al derecho y al revés. Nos dejaba boquiabiertos a todos (¿o quizá sólo a
mí?). Me sorprendía mucho que una chava tan simpática (por su nariz fina,
cabello liso color negro, piel morena clara, y acento jarochito al hablar)
fuera la más sabihonda en eso de los seres vivos.
Una vez, cuando trataba de copiarle en un examen vi
que escribía ÁCIDO DESOXIRIBONUCLÉICO, así, con una sola R. Lo que más me
molestó fue que cuando nos devolvieron nuestra prueba, la maestra se la dio por
buena “¡¿CÓMO CHINGADOS SE LA DA POR BUENA SI ES UNA SÚPER FALTA DE ORTOGRAFÍA?!”
pensé. Y mi enamoramiento hacia Ruth se convirtió en rencor.
En la prepa yo estaba muy escéptico. Pensé que todo
estaba perdido, que no habría mujer que me llenara el ojo, hasta que en cuarto
semestre llegó a mi grupo Diana. Como ya antes había una Diana con nosotros, a
la nueva le pusieron “La Güera”. Condenada güerita, se adueñó de mi atención
desde el primer día en que se integró.
Nadie sabía más inglés que yo hasta que ella llegó,
era la única con la que podía tener conversaciones más o menos largas, pero
ella sabía más vocabulario anglosajón que yo. SO WHAT? me dijo un día, y yo con
ganas de meter mi cara en la tierra ante la tremenda ignorancia. ESPÉRAME, VOY
AL BAÑO le contesté; me salí para hacer tiempo hasta que se acabara la clase.
En matemáticas La Güera era única para sacar derivadas, resolver ecuaciones de
tercer grado, la trigonometría había sido hecha para ella. Lo mismo pasaba en
física, química e informática.
Tuvo que venir otra vez un examen, el primer
parcial, para darme cuenta de que la escritura no se le daba…la lectura
tampoco. ES QUE ES POCHA dijo una de mis compañeras, refiriendo a que era de
nacionalidad gringa. SEGURAMENTE SU FAMILIA REGRESÓ A MÉXICO, pensé, y por eso
no se le da tanto entender literatura, sólo había que dejar que se
familiarizara más con su nuevo país. Luego recordé que en el examen venían preguntas
de William Shakespeare, ella también falló en eso y yo no estaba dispuesto a
besar a una morra que no supiera cosa alguna del escritor inglés ¿Qué pasaría
si un día le escribía un poema del Bardo
de Avon? No me iba a poner a explicarle.
Con todo esto sentía que Malcolm el de en Medio tenía mejor suerte para las mujeres que yo.
ES QUE ERES BIEN PINCHE EXIGENTE, NI QUE FUERAS LA GRAN CACA me dijo Jaime, el
vato con el que más química tuve en el grupo de esta Facultad de Derecho. Más o
menos lo mismo me gritó Olga, la más gordita del salón, cuando le dije que su
nombre era una abreviatura de un adjetivo: HOLGADA, ASÍ DEJAS TU ROPA DESDE EL
PRIMER USO, le dije. CHINGA TU MADRE PINCHE CREÍDO DE MIERDA, TÚ TIENES UNA
ALIENTO DE CULO Y NO POR ESO TE ANDO CHINGANDO fue su respuesta. ME PASÉ DE
CULERO, pensé ¿En verdad era el productor de un aliento con olor a drenaje?
El planteamiento de mi compañera talla XXL me puso
a pensar mucho. Comencé a preocuparme más por probar enjuagues bucales, chicles
y pastillitas de menta que en mi cultura general. Creo que por eso empecé a
fijarme en cosas un tanto más banales ¿O eran mis tardías hormonas?
Roxana era una de los 6 estudiantes que habían
reprobado el 3er. Semestre de la carrera el año pasado, así que se integraron a
mi grupo. Ella evidentemente no era ninguna genio pero su actitud era la
interesante. Le valía madre lo que pensaran los demás, la música que escuchaba
me mataba (lo más ecléctica que puedan imaginar), su vestimenta no era
pretenciosa y su cuerpo ¡Oh, qué cuerpo! ¿Han visto el trasero de las jóvenes
tehuanas? ¿Han notado la sensual cintura de las chamacas costeñas? Pues Rox combinaba ambas cosas, sin contar que la naturaleza había sido muy generosa con
ella en cuanto a su delantera. Un cuerpo perfecto para mitigar mi creciente
acné facial.
Su ortografía era nefasta, su letra lo era más,
pero si a ella le "Vale Verga la Vida", a mí me importan un carajo mis
exigencias. Y me importa menos la competencia de adolescentes perros que andan
detrás de ella. Lo más seguro es que Roxana termine siendo botada de la
licenciatura en corto tiempo y si no la aprovecho como tratamiento para mis
barros (you know what I mean), me lamentaré por el resto de mi vida. No creo
que le importe mi aliento ni mi actitud mamona (como dicen que soy), no tiene
por qué, después de todo yo tampoco se la voy a hacer de pedo en la cama por su
notable olor a patas.
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