jueves, 17 de julio de 2014

MARCHA

La calle era estrecha, no se parecía en nada a las avenidas del DF que pasan en la tele. Acá no había monumentos ni un Ángel de la Independencia.

Mi hermana estaba enferma, nada grave, tenía una diarrea incontrolable. “Cagas-agua” le decía mi madre tratando de imitar el tono de habla de un japonés (¿o era en chino?) como burla. Todos en la casa reíamos con esa constante broma.

Fui el elegido para ir por unas pastillas para el chorro de mi carnala. La farmacia estaba a 3 cuadras de mi casa en esa calle que les digo. Atendía una chamaca muy chula; a todo el que le contaba sobre ella me salía con un “Pero no está tan guapa, la verdad”, a mí esos comentarios me valían madre, ella me encantaba y ya.

Nos pusimos a platicar de pura sonsada: que si era nueva en la farmacia, que si sí sabía o sólo le metía al choro. Lo que más me gustó de la plática fue cuando me dijo “¿Apoco te gusta Ángeles del Infierno?”, al instante no se me ocurrió cómo podía saberlo; pero ella me hizo ver estúpido cuando con la mirada señaló mi playera, “¡Qué pendejo, pero qué pendejo” pensé.

En eso andábamos cuando comenzó a pasar mucha gente afuera, con banderas rojas y mantas, había chavos con el rostro cubierto, alguien llevaba un altavoz y todos gritaban consignas siguiéndolo. La verdad ninguno de los dos nos interesamos en lo que decían ni en lo que pedían. Ella sólo alcanzó a decir un “Ya van de pinches revoltosos otra vez”.

Vi cómo un tipo se acercó a la pared con una lata de pintura en aerosol y comenzó a rayar. “¡Hijo de tu pinche madre!” gritó la morra que me gustaba, por alguna razón que aún no me explico quise darle un madrazo a ese güey. En eso, muchas personas que iban en la marcha comenzaron a correr en sentido contrario al contingente. Se veía el terror en los rostros. Un poli tumbó a un señor de un macanazo en los pies y se puso a madrearlo con gran enjundia.

“¡Pinche pata-rajada, conmigo valiste madre!” le gritaba. Nunca había visto tanta rabia en una golpiza. Había señoras a las que algunos tiras les jalaban el cabello, las arrastraban por el suelo hacia la patrulla mientras escurría sangre de sus caras.

La morra de la farmacia corrió a bajar la cortina del local. Yo estaba nervioso, le verdad es que tenía miedo; alcancé a reaccionar para ayudarla. Mi ombligo se estaba estirando para alcanzar la puerta cuando alguien me metió un trancazo en el estómago. “¡Ni creas que te salvas, hijo de tu madre!”, me sacaron el aire. Luego un golpe durísimo en la espalda. Sólo alcancé a cubrirme la nuca y ponerme en posición fetal.

- Él no hizo nada.

- ¡Cállate pendeja o a ti también te toca!

Me subieron a una camioneta. Todos ahí estábamos acostados, alguien ponía la suela de un zapato en mi costado. “Mi tío Paulino es policía, a huevo que él me ayuda” me decía a mí mismo mientras el vehículo arrancaba.

Me metieron a una celda oscura, apestaba a meados y caca por todos lados, era de lo más culera. Podía escuchar el grito de algunas personas: “¡Yo no hice nada, sáquenme!”, “¡Van a venir a partirles la madre los compas!”; “Si salimos, no se la van a acabar”; “¡Puercos!”.

Familiares de los detenidos comenzaron a llegar. Los comandantes o no sé qué eran se portaban mal con unos y serenos con otros. Mi madre vino después y me contó que mi tío Paulino estaba muy grave en la clínica, todo a causa de los golpes que recibió de la gente.

- ¿Por qué te metes en estas cosas?

- Pero si yo no hice nada. Estaba platicando en la farmacia y aunque hubiera querido regresarme rápido no se podía, había mucha gente marchando.

A estas alturas creo que me detuvieron por cómo iba vestido. Mi playera negra con letras rojas y mi pantalón de mezclilla desgarrado en la rodilla fueron quizá lo único que me hizo culpable. Nunca me interesé demasiado en las protestas, nunca se me hizo interesante. Pero también me pongo a pensar ¿Está loca tanta gente como para armar una marcha y “fastidiar” a los demás? ¿Si, como todos, sólo están pidiendo una forma digna de vivir merecen ser golpeados? ¿Es un “pinche revoltoso” aquél que sale a gritar o marchar sólo porque le están quitando la comida? ¿Un policía y hombre de familia como mi tío debía ser golpeado cuando también es su labor hacer lo que le dicen porque si no es así lo despiden y “está difícil encontrar otro trabajo”? ¿Por qué nos peleamos entre nosotros cuando seguramente los que provocaron todo están tomándose un vino caro en alguna reunión como amigos de toda la vida?

Por mientras mi temor es que ni Derechos Humanos ni la policía se den cuenta que no soy parte de los que se manifestaban y no se haga nada, nadie me defienda. Porque ésa es la verdad, yo sólo iba pasando.



(IMAGEN TOMADA DEL SITIO http://laotraejidotila.blogspot.mx/2013/07/marcha-por-79-anos-de-nuestro-ejido.html)

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