Era la cerveza más buena
que había tomado en su vida. El sabor era especial: una combinación entre esa amargura
que a ella tanto le gustaba con un toque de dulzura atribuida a la miel que la
publicidad preventiva de radio describía como su “toque nativo”. La lengua
podía sentir un hormigueo como si estuviera a punto de dormirse, pero al
contrario de lo que pudiera pensarse, era una sensación bastante agradable.
Lo más extraño es que el
nombre de la marca era impronunciable para el español mexicano.
- ¿Podrán pronunciarlo los españoles? Es más:
¿Habrá en otros países?- Se preguntaban los consumidores de esta cerveza en
México, que todavía eran muy pocos- Ellos están cerca de Alemania, Francia y
Portugal, algo deben saber de esta cerveza.
Nadie sabía de dónde
provenía la marca. No tenían ni página web, ni cuenta en feis o tuiter. Parecía
que los fabricantes querían ser intencionalmente anónimos. Su publicidad se
limitaba sólo a la radio, sólo en estaciones pequeñas en el DF y en provincia.
Los gerentes de estos medios siempre recibían el pago por depósito bancario así
que nadie conocía al personal de la marca.
Todo el que probaba el
líquido quedaba encantado. Jóvenes ecologistas la elogiaban por su papel de
estraza que la rodeaba, “Efímera como su etiqueta” decía la leyenda debajo del
nombre. Y sí, las gotas de agua que resbalaban sobre la superficie cristalina
color café de la botella y que indicaban lo frío del líquido salido de
cualquier refrigerador, mataban aquél trozo de papel a los pocos minutos de haberlo
mojado.
A Andrea le encantó desde
que la vio, y cuando la probó quedó aún más enganchada. Estaba sentada en una
mesa con 3 de sus amigas viendo tocar a una banda cuyos integrantes parecían
ser unos completos nerds-niños bien que no tenía atractivo para ninguna de
ellas.
- ¿Apoco sí está muy buena?- preguntó una de sus
compañeras.
Ella asintió y seguía
tomando como si no existiera el mañana, no de a full pero sí con notable encanto. Esto hizo que las demás pidieran
un ‘cubetazo’ de la misma chela. A todas las enamoró con el sabor. Hasta la
chava que no tomaba y que salió con las demás sólo para no quedarse sola en el
departamento la probó resultándole una extraordinaria experiencia.
Andrea notó algo extraño
aquella noche. No sentía cansancio aunque fueran las 2 am, hora en la que en
cualquier otra ocasión habría comenzado a sentirse mareada o con cansancio en
los pies.
Una de sus amigas, que se
las daba de muy tímida, comenzó a flirtear intensamente con un integrante de la
banda cuando ésta acabó de tocar.
Al día siguiente, otra
mujer de este grupo de amigas compró 2 botellas de esa cerveza en una pequeña
tienda ubicada cerca de su casa. Se puso a tomar sola en el pequeño cuarto que
rentaba. Mientras más líquido entraba en su cuerpo, más ganas tenía de ver cine
gore; se conectó a internet para ver
algunos filmes de este tipo, cosa que nunca antes había hecho. Sólo conocía de
la existencia de esas imágenes porque en algún lugar había oído de ello.
La última de ellas se
puso incontrolablemente candente tres noches después, la lujuria tomó por
sorpresa sus entrañas. La hizo hablarle por vez primera a aquel chico que le
llamaba la atención desde hacía tiempo para tener intimidad de forma
desinhibida. La situación resultó mejor de lo que ella esperaba.
La marca se hizo popular
rápidamente. Entonces toda publicidad fue retirada de los medios, ahora se le
hacía promoción con el famoso ‘boca en boca’. No necesitaba spots de TV que
apoyaran a la selección de fútbol, ni hacer promociones o rifas, se había llevado
casi el mercado entero. Las personas la llamaban simplemente “Morena”
Nadie hablaba
públicamente de esas sensaciones, deseos y acontecimientos. Sin embargo, cada
uno de los consumidores podía notar que era efecto de aquella seductora
cerveza. Ese líquido tan apetecible había tomado su lado más escondido para
traerlo a flor de piel, para presentárselo a la misma persona que lo poseía.
Cada uno de los
consumidores se sentía de maravilla cada vez que el efecto se hacía presente.
La gente se volvía adicta a este producto pero no por la sustancia en sí, sino
más bien era una adicción al efecto singular que provocaba en cada quien.
Un hombre, trabajador del
sector salud y uno de los encargados de supervisar los productos de alimentos y
bebidas que circulaban en el país, había decidido inspeccionar esta nueva
cerveza. La curiosidad hizo que antes pidiera una botella. Eso bastó para que
se sus intenciones pasaran a segundo plano. Vio la etiqueta mientras tomaba su
quinta botella.
- ¡Uta, ya se mojó! ¡Bah! Después de todo ¿Quién se
fija en el número de permiso o en los ingredientes de una cerveza?- dijo en voz
baja mientras observaba el papel mojado con las letras distorsionadas entre la
tinta que se había corrido.
Nadie se preguntaba dónde
estaba la envasadora, no era necesario preguntarse cosa alguna de esta chela,
no había necesidad, al paladar le caía bien, ni qué decir al resto del cuerpo.
Un día se anunció en los
medios la captura del criminal más buscado en el país. Coincidentemente la
cerveza comenzó a desaparecer poco a poco de todos los lugares.
El público comenzó a habituarse a la ausencia de su bebida favorita, regresaba al consumo de las marcas de antes. Las nuevas generaciones no conocían la existencia de antaño de esa chela, no sabían de lo que se perdían. Todo apuntaba a que adultos y jóvenes tenían que resignarse a esa ausencia
5 años después, con el
cambio de poder a nivel federal, se supo que aquel capo había escapado de
prisión, ningún organismo policial podía encontrarlo. La opinión pública
pensaba que existía un pacto entre mafia y gobierno que ayudaron a la fuga. El
líquido reaparecía de nueva cuenta en el mercado con el mismo anonimato y la
misma anarquía salubre de antes, sólo que su éxito ahora era mayor.
Ahora México tenía dos
cosas perfectas de regreso: una droga y su dictadura.
(Imagen tomada de http://www.fondosni.com/wallpapers-gratis/Cerveza-en-hielo)
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