Habían pasado ya 2 horas
de esa torrencial lluvia. Ahora las alcantarillas estaban tapadas a causa de
toda la basura tirada en la calle por los habitantes de la ciudad; la lluvia
había arrastrado los desperdicios corriente abajo. Plásticos, cartones, tela,
papel, todo eso tapaba las coladeras con las cuales se pretende desahogar a la
urbe.
Camilo y Julián podían
reposar en las bancas de un jardín, en la casa donde llegaron a vivir un par de
días atrás. Observaron durante la tarde cómo incrementaba el nivel de agua en
las calles. También platicaron con algunos de sus amigos y familiares, la
lluvia les era próspera.
- Qué bien que llueva tanto, a mis hijos les
encanta el agua de lluvia –dijo Julián.
- Sí, los hijos. Siempre he considerado un hecho
maravilloso ver cómo crecen –replicó Camilo- Pero también me pregunto ¿No
seremos muchos en este planeta?
Julián se quedó pensando
largamente. Él ya se había preguntado lo mismo, casualmente, justo unas horas
atrás. También se había formulado una respuesta un tanto filosófica para sí
mismo y ahora quería compartirla con su amigo; pero justo en el momento en que
iba a abrir la boca, Camilo siguió.
- Yo creo que ya somos bastantes. Al ver que existimos
tantos no puedo parar de hacer otra pregunta.
- ¿Cuál? –Julián tenía toda la atención de su
compañero.
- ¿Cuál es nuestra labor en el ecosistema?
- No entiendo.
- Es que, por ejemplo, la tarea de las abejas es
propiciar la polinización entre las flores; yo no sé si ellas son conscientes
de lo que hacen pero lo importante es que la realidad es ésa.
- ¿Algún otro ejemplo? –Julián todavía no entendía
el punto.
- Los zopilotes. Alguien una vez me contó cómo
aguardaban a la orilla de la playa cuando las crías de las tortugas rompían sus
huevos. Los zopilotes tenían un banquete frente a ellos. Si esa acción no
existiera, quizá habría sobrepoblación de animales con caparazón.
- Comprendo, al fin comprendo.
- ¡Vaya!
- Bien. Y en esta lógica ¿Cuál es la función del
humano?
- Tantas veces me he hecho la misma pregunta y no
encuentro una respuesta convincente. Toda la basura corriendo entre el agua,
las calles siempre sucias, el aire que
torna gris al cielo, pareciera ser que se empeñan en acabar con la vida de este
mundo.
Julián hacía memoria de
la suciedad que pudo ver en cada uno de los días de su existencia. Esbozó unos
pensamientos para, finalmente, sonreír.
- ¡Ya sé cuál es nuestra labor!
- ¿Ah sí?- Camilo lo miró con extrañeza, pensó que
su amigo había enloquecido.
- Sí. Si ellos acabarán con la vida de este mundo,
nosotros serviremos para molestarlos por lo menos un poco cada vez que tengamos
oportunidad durante toda su vida.
Camilo y Julián
decidieron que ésa sería su misión de ahora en adelante mientras estuvieran con
vida: succionar sangre humana con sus diminutas agujas. Aunque ésa fuera,
primordialmente, una labor que realizaban las hembras de su especie.
(Imagen tomada de http://animals.nationalgeographic.com/animals/bugs/mosquito/)
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